Mi madre se tuvo que poner a trabajar a los doce años. La mandaron fuera de su pueblo a servir a una casa donde nunca la trataron mal pero las circunstancias económicas no dejaban a su familia otra salida. Era una mujer inteligente. En su pueblo soriano el libro de lectura, donde todos aprendían a leer, eran varios ejemplares de El Quijote. Ella se sabía trozos enteros de memoria. Ya casada el único día en que no hacía nada (a parte de la comida, algo sagrado) era el día de Santa Águeda. El resto de su vida trabajó, crió, educó y cuido de sus hijos y de su marido (que para ser justo se ocupó completamente de ella en sus últimos años, antes de morir él). Leía por las tardes, cuando tenía un poco de tiempo. Delibes era su autor favorito porque la transportaba a su amada y siempre añorada Castilla, pero también los libros que daban en la Caja por el día del ahorro y siempre que podían comprarlo, el periódico: adoraba a Josefina Carabias, una periodista progresista, madre de Carmen Rico Godoy. Cuando ya hubo más dinero, en mi época, ya se compraban más libros o yo le prestaba los que sacaba de la biblioteca del Instituto: Azorín, Baroja, Galdos, Pereda y su, otra vez por Castilla, admirado Antonio Machado.
No sé si se puede definir como feminista, seguramente no, era hija de su tiempo y las normas morales no eran muy liberales para las mujeres. Era muy religiosa pero no beata y siempre defendió a sus vecinas (sus amigas, entonces era así, las vecinas eran las amigas) además de ser a la que llamaban cuando aparecía una rata por algún patio porque era la más decidida y eficaz dándole con la escoba. No estudió porque no tuvo medios pero hubiera sido lo que hubiera querido. Aunque si fue algo que quiso: una gran madre (no perfecta, gracias a Dios, o por desgracia)
He trabajado siempre en un ambiente mayoritariamente femenino. Con igualdad de sueldos y derechos. Pero he visto como muchas compañeras tenían tratos especiales y discriminatorios (favorablemente) con sus escasos compañeros hombres (generalmente bastante gañanes, la verdad). No tenían porque, pero lo hacían, y creo que muchas transmitían esa sumisión a sus alumnos. Otras no. Otras han sido para mi siempre un ejemplo de personas independientes, libres y admirables. Creo firmemente que la mujer sabe defenderse mejor ante las inclemencias de la vida y eso siempre lo admiraré, y siempre han sido un ejemplo para mi de cordura, sensatez y resistencia a las adversidades de la existencia.
Sigo alucinando, a los 58 años, que haya reacciones como las de estos días ante las reivindicaciones de las mujeres, y por parte de otras mujeres. El enemigo está dentro. Se olvidan esas Cifuentes y esas Tejerinas de la madre de los niños de Mary Poppins, esa sufraguista de principios de siglo, con cara inocente que iba a las manifestaciones. Esas señoras de la alta sociedad, que eran detenidas, insultadas y maltratadas porque pedían el voto para la mujer. Qué ridículo nos parece eso ahora, ¿verdad? Exactamente igual de ridículo que mujeres que ostentan puestos de responsabilidad critiquen que otras luchen por cobrar lo mismo o porque las traten y respeten, sobre todo respeten, sexualmente también. No es cuestión de partidos ni de ideologías, es cuestión de justicia y quien diga lo contrario simplemente miente.
El otro día un amigo y yo oímos (porque gritaba) a un tipo de unos cuarenta años, de aspecto totalmente normal, nada que pudiera recordar a un facha, hacer una serie de comentarios sobre el feminismo delante de su hijo (aunque hablaba a una pareja mayor) seguramente imputables por delito de odio. Entre otros improperios llegó a decir que su hijo iba a tener suerte porque como iban a quitar las modelos y las azafatas guapas, éstas tendrían que estudiar y su retoño se las encontraría en la univeridad (no debe ser tan mendrugo como es su padre) y se las podría ligar, porque ahora eran inaccesibles. ¿Hace falta huelga? No. Hace falta quemar a gente (él hablaba de las feministas como de Torquemadas), porque hay gente a la que no se le saca el demonio ni con agua bendita.
Suerte, mujeres. Tenéis mucho que luchar con hombres y con otras mujeres. Pero no estáis solas, hoy y siempre.